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Mujeres del siglo XXI (2016)

  • Foto del escritor: escine
    escine
  • 18 abr 2020
  • 3 Min. de lectura

Mujeres del Esta película, elogiada por la crítica, acaba de empezar a estar disponible en Netflix, y decidí verla, esperando encontrar personajes femeninos complejos. Sin embargo, es mucho más que eso. Además de la cinematografía hermosa y cuidada característica del cine independiente, plantea preguntas clásicas como “¿qué es ser feliz?” desde una perspectiva nueva y realista.



Creo que otro de los logros del filme es ambientarse de forma muy completa en la California de la década de los 70. Claro que, a lo mejor, yo no podría saberlo porque no viví esa época, pero me llamó la atención que no solo es la ropa, la estética o la música lo que genera el efecto, sino también las ideas que se discuten. Quizá podría parecer un poco forzado para algunos, por cómo citan historia, a través de los diálogos de los personajes o por lo clips de video reales que se hilvanan en la narración, pero justamente eso es lo que ayuda a entender las reacciones de los personajes, a enmarcarlos dentro de su contexto socio-cultural e histórico. Demuestra esta era de hippies, punks, feministas, de cambio pujante, de cuestionarlo todo, de creer que constituían la vanguardia, de plantear el progresismo y la rebeldía hacia el statu quo.


Todos estos temas se expresan a través de la historia de Dorothea, una mujer de 55 años, independiente, que debe criar sola a su único hijo adolescente, Jamie, y se enfrenta a ello de diferentes formas a lo largo de la película, y una de ellas es pidiéndole a Julie, la mejor amiga de su hijo, y a Abbie, una de sus inquilinas, que la ayuden a criarlo para que sea un buen hombre. Esto genera conflicto con Jamie y alrededor de esto gira la mayor parte del filme.


Dorothea es un personaje increíble, si bien la vemos muchas veces en silencio y soledad, es en boca de ella que oímos las mejores frases de la película. Me encanta su fortaleza y vulnerabilidad, su capacidad para reír, para hacer que las personas se sientan en casa y para encontrar cualquier excusa para bailar. No obstante, todos los personajes femeninos son más que estereotipos y son complejos y fascinantes: Abbie, la joven soñadora, Julie, la adolescente hastiada.


Probablemente si uno se considera en desacuerdo al feminismo podría hallar Mujeres del siglo XX incómoda. Pero considero que no es un vehículo de discurso feminista nada más, si bien es interesante cómo diferentes generaciones reaccionan al feminismo: Dorothea, una diseñadora comercial, que vive también de sus acciones y sus rentas, pero qué rechaza el discurso feminista; Abbie, una generación militante con teoría feminista y Julie, que también huye de la militancia pero disfruta de la libertad que el feminismo le ha ganado.

Existe lo que se denomina como “test de Bechdel”, que básicamente sirve para saber si las películas son machistas o no, y si bien son tres indicadores simples: 1) que haya dos personajes femeninos, 2) que hablen entre sí y 3) que cuando conversen, no hablen de un hombre, es impresionante las pocas películas que lo superan. Esta definitivamente lo hace, pero también me gustó mucho que logra retratar a mujeres mucho más allá de estereotipos, describiéndolas desde sus incoherencias y sus pasiones.


No obstante, más allá de su valor “ideológico”, digamos, creo que sus personajes también presentan conflictos humanos y diarios que valen la pena considerarse con mayor profundidad. El principal de ellos es sobre si uno debería evaluar su vida preguntándose si es feliz o no. Dorothea responde a eso que es un atajo a deprimirse, por lo que no vale la pena, y la historia también reflexiona acerca de que la vida no siempre resulta ser lo que queremos. Y a pesar de que los personajes se dan cuenta de ello, aún ríen, bailan y disfrutan. Y pienso que ello es una inspiración digna de verse.




Hanna Orellana Beitze

siglo xxi

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